Mi cuerpo se pegaba al de ella, las vértebras crujían con desesperación, el corazón latía a mil por hora, era inconcebible aquel momento lo sé.
Ya había amanecido, sobre las montañas comenzaba a repuntar, casi a la fuerza entre las pelonas nubes el sol, el frío era sobre todo desgarrador, penetraba hasta los huesos, pero ella estaba allí…
Poco a poco el día se fue tiñendo de colores, y que fantástica fue la ilusión, allí venía ella, con su blusa escotada que a lo lejos dejaba ver esas dos enormes…, y esos pantalones tan a su medida apretando esas caderas que más que invitación incitaba a mirar.
Sentí que la sangre me fluía a la cara, y el corazón no se diga comenzó a palpitar…
De pronto se detuvo, y su sonrisa fue genial, solo verla azuzar su cabello y moverlo con dulce jovialidad. Me quedé estupefacto, es la visión más dulce que mis ojos podían mirar y… siguió caminando.
La seguí con la mirada…
Era un caminar candencioso, parecía que se movía al vaivén del viento. Lo dije era mi ilusión.
Esperé a que volviera y ella se volvió y con esa carita de ángel una sonrisa me regaló…
Lo dije en mis adentros, pero Dios mío que estoy esperando, sin embargo mis piernas no respondieron y me quedé allí parado…
Ella siguió su camino, y mi corazón tras de ella se fue, mis ansias enloquecieron mi vida, la ilusión que dejó en mí esa mujer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario